La forma más primitiva de sociología contempla una estructura cíclica de la evolución social. Hasta el darwinismo (que puso un énfasis absoluto en una evolución lineal biológica que se adaptó a la sociológica) prácticamente todas las culturas tenían una visión cíclica de la historia (cambios de equinocio, eventos míticos recurrentes, épocas y eras descritas como “doradas” y “oscuras” que se turnaban en riguroso orden, etc). Esto, por supuesto, ha llevado a múltiples historiadores (como Danilewski o Spengler, hace un siglo) a predecir el ocaso de la dominación de la sociedad occidental.

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Como el chiste (“hay 10 tipos de personas: los que saben binario y los que no”). Categorizar de un modo general a las personas es tarea vacua sino absurda. Pero por experiencia personal, he llagado a la conclusión de que absolutamente todo el mundo puede ser categorizado acorde a un parámetro: daño, dolor, trauma. Así, existen sólo 4 tipos de persona: Los que han sufrido daño desde dentro: maltrato infantil, abuso físico o psíquico, en casa, en el hogar, por parte de aquella gente que se supone ha de estar ahí, ha de cuidar, ha de aportar.

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El pensamiento occidental ilustrado, enciclopédico, y del método científico, nos ha permeado hasta determinar nuestros procesos racionales de una forma que… ¡no es racional! Creemos que, tenidas en cuenta y analizadas las variables, podremos despejar la ecuación, y así ser los controladores de una especie de determinismo que nosotros mismos controlamos. Es pretender aunar el libre albedrío, la libertad, y el determinismo. Pero esa falaz lógica hace aguas por todas partes: desde lo de “tener en cuenta todas las variables” hasta lo de “analizar”, y por supuesto, llegar con ello a una conclusión válida, que sea la única, infalible, o incluso la más conveniente.

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Curioso como un tema (Tantra) te lleva a otro (Psicoanálisis) que te lleva a otro (Filosofía) que te lleva a otro (Religión) que te lleva a otro (Etimología)… “Diablo” viene del latín diabolus que a su vez viene del griego [‘calumniador‘] que viene de [‘calumniar‘]). También tiene la acepción de [‘separar‘]. Curiosamente “Símbolo” etimológicamente significa lo contrario: [‘unir‘] “Satanás”, por otro lado, viene del latín satâna, que a su vez proviene del arameo shatán [‘acusador‘].

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A parte de la sublimación, o la catarsis, hay un modo de avance simple pero eficaz en las psicopatologías (especialmente traumáticas) que es la interiorización de la diferencia fundamental entre términos aparentemente similares y relacionados con el trauma. Por ejemplo, un hombre que ha sido torturado, debe comprender la diferencia entre fuerza-poder-agresividad-violencia. Como ese hay muchos ejemplos (entrega-compartir-regalo-abandono, límite-norma-regulación-restricción-inhibición-prohibición-represión, libertad-libertinaje-anarquía, etc, etc). En esa línea, Dan Pallotta, en el Harvard Business Review (gracias Juan) escribe un artículo sobre la diferencia entre preocuparse y ser responsable.

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En occidente nos hemos centrado mucho en el “proceso”. Todo son procesos, con su linealidad, consecución, causalidad, y objetivo. Se busca la optimización. Modificaciones sucesivas en pos de una meta, a través de las cuales se diluye el espíritu inicial del proceso en cuestión. En oriente, sobretodo tradicionalmente (no me refiero a la vorágine de producción y consumo capitalista en la que se ha convertido China, o el hipereficiente Japón de la postguerra) hay un enfoque mucho más orientado al rito.

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Foto de autor

Jorge Cortell

Viviendo

Senior Advisor en los laboratorios de innovación de Harvard University - Advisor en NLC

Cambridge, MA (EE. UU.)