A la pregunta (en el Foro de Derechos Digitales de la Campus Party)

-¿Cómo se podrí­a legislar el peering de modo que los agentes implicados, incluyendo el usuario final, no vean lesionados sus derechos?

Acabo de responder:

En general, y para todos los “agentes implicados” podemos determinar que las redes P2P son una tecnologí­a excelente tanto para la promoción, como sobretodo para la distribución de obras digitales o digitalizables. Es por ello que, como tal, dicha tecnologí­a deberí­a de ser muy bien acogida por todos. Pero no parece ser así­. Por ejemplo, la industria discográfica (y especialmente las multinacionales), tras más de 100 años basando su modelo de negocio en la venta del soporte fí­sico que contiene la música grabada, y la concentración de oferta en unos oligopolios que manipulan los precios del mercado y las obras que se promocionan, ha puesto el grito en el cielo al ver aparecer estas tecnologí­as, sin pararse a pensar en cómo puede sacar partido de ellas.

A “los agentes implicados” hay que analizarlos uno a uno, y ver cuales son las implicaciones que las redes P2P tienen (o pueden tener) para ellos.

– Creadores / autores / artistas.-

Pese a que “autores” somos todos, aceptemos hablar sólo de aquellos que quieren vivir de ello, para facilitar el debate.

El autor es (junto con el “consumidor”) el mayor beneficiado de estas redes. Por primera vez en la historia disponen de un modo asequible (casi gratuito) de hacer llegar su obra a todo el mundo. Esto les pone en una situación de poder que aun no han asimilado, y que muy pocos han sabido aprovechar todaví­a.

Lo que está claro es que una tecnologí­a que permite promocionar y distribuir una obra mundialmente de un modo casi gratuito deberí­a de ser bienvenida por los autores.

Algunos, con gran capacidad creativa, pero muy poco conocimiento tecnológico o falta de miras empresariales,

teme no encontrar modelos de negocio alternativos a la promoción y distribución del soporte fí­sico que estas redes complementarí­an (el soporte no morirá, por lo menos a corto o medio plazo). No obstante, los modelos de negocio alternativos no sólo existen, sino que son muy numerosos. Desde la actuación en directo (Bruce Springsteen ganó más dinero en una semana de conciertos que en toda su carrera grabando y vendiendo discos), al merchandising (donde artistas como Eminem, Jay-Z, Sean “Puffy” Combs, L.L.Cool J y otros mueven 12.600 millones de dólares al año), pasando por acciones promocionales (que han lanzado a la fama y dado mucho dinero a ganar por una simple canción a gente como Dirty Vegas con Mitsubishi, o Celine Dion con Disney), u obras “por encargo” (Brian Eno creando una breve secuencia de notas para el sistema operativo informático Windows, y cobrando una suma desconocida por ello).

Y además, como colofón, el hecho de que obras que están disponibles de modo gratuito (y legalmente) se convierten en grandes éxitos de ventas (como por ejemplo los tres últimos discos de Wilco, que han vendido más, pese a estar disponibles en su web gratuitamente, que los anteriores, cuando estaban con una discográfica y se moví­an por el “circuito tradicional”).

Esto mismo funciona para otros sectores (como el cine), y existen numerosos ejemplos y modelos de negocio que estarí­a encantado de comentar.

– “Consumidores” / melómanos / seres humanos.-

Los audiovisuales son una parte fundamental de nuestra cultura. La cultura es una parte fundamental de la vida. No creo que nadie discuta el hecho de que el acceso a obras audiovisuales a través de redes P2P nos beneficia a todos como seres humanos.

– Empresas de tecnologí­a.-

Las empresas de tecnologí­a también disfrutan con el auge de las redes P2P, ya que significan más altas de banda ancha, y venta de equipamiento informático. Lo que se podrí­a (y muy probablemente se deberí­a) de analizar es la idoneidad de establecer sistemas de remuneración automática (y directa, sin intermediarios del tipo “entidad de gestión”) por descarga, basadas en un reparto de un porcentaje predeterminado de la tarifa de una conexión de banda ancha. Además ese sistema, a ser posible, deberí­a ser “no lineal” para incentivar a los artistas noveles, la diversidad de géneros, etc (esta idea me la dio Richard Stallman).

– Discográfica / productora.-

La gran “amenazada”, y con razón. Ha basado su éxito en un modelo de negocio muy poco eficaz o eficiente (tan sólo el 4% de los discos comercializados generan beneficios), con alta concentración (donde 3 multinacionales controlan el 85% de la música distribuí­da en el mundo), lo que conlleva poca competencia (y ello implica manipulación de precios, como una sentencia en contra de las principales discográficas de un tribunal californiano demuestra). Tanto en los discos como en el cine (la concentración de distribuidoras fuerza una posición dominante en el mercado de las salas de cine, que se ven obligadas a programar paquetes de pelí­culas terribles, por el mero hecho de van junto a un “superéxito”, restando espacio para cine de calidad minoritario o independiente, o cine nacional; o aceptando condiciones económicas inaceptables).

El relanzamiento de viejas glorias, los “grandes éxitos”, o los “productos prefabricados” (Operación Triunfo, Britney Spears, etc) demuestran que estas industrias están faltas de ideas y muy desfasadas, sin aportar valor real a una fórmula (la pelí­cula de chico conoce chica, o el CD de 12 canciones) anacrónica.

Empiezan a surgir alternativas, gracias a las nuevas tecnologí­as (que permiten la promoción verdaderamente independiente de nuevos valores, a través métodos como podcasts, webradios, foros, etc, y la distribución a través de web y P2P). De hecho las discográficas independientes se duplicaron el los 90, y la diversidad de la música ha crecido (de 28 categorí­as de premio Grammy de 1959 hemos pasado a casi 100).

Lo que está claro es que las redes P2P (y la descarga y compartición de obras con copyright a través de ellas) no afectan a la comercialización de la obra en su soporte tradicional (tal y como un estudio de dos catedráticos de las universidades de Harvard y Carolina del Norte, y el hecho de que el album de “50 Cent”, pese a ser difundido en las redes P2P dí­as antes de salir a la venta vendiese más de 9 millones de copias avalan). Por lo tanto, lo último que habrí­a que hacer con ellas es atacarlas y criminalizarlas (que es precisamente lo que se está haciendo, en contra de la voluntad del 83% de los autores, según un estudio de Pew Internet Project de 2004).

Tirando piedras sobre su propio tejado, la industria discográfica (y cada vez más las de TV y cine) muerde la mano que le da de comer, blandiendo la bandera de la defensa de los “artistas”. O se adaptan o se extinguen. Los usuarios, académicos, e informáticos les podemos dar muchas ideas, y estamos muy dispuestos a que ganen mucho dinero (si nos dan a cambio lo que todos queremos: obras / cultura libres), pero si no quieren escuchar, les daremos guerra.

FallenAngel

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Nota.- Hay muchos punto en esta respuesta por matizar y puntulizar, pero un post más largo podrí­a ser invalidado. Además, ya estoy escribiendo un artí­culo para Zemos98 sobre este tema (sobre el que versará buena parte de mi próximo libro).