Seguridad contra terrorismo = porno en bibliotecas
Según relataba el Washington Post el día 17 de febrero (sí, ya sé que han pasado casi dos semanas, pero uno no puede mantenerse al día con tanta noticia absurda de abusos a los derechos civiles) ocho días antes dos hombres de uniforme, que resultaron ser oficiales del Departamente de Homeland Security (especie de nuevo FBI desde los atentados del 11-S) entraron en la biblioteca pública de Little Falls en Bethesda (Washingotn) y a voz en grito dijeron que no se podía ver porno en los ordenadores de la biblioteca.
Cuando un hombre cuestionó la autoridad de esos indivíduos para decir eso, le pidieron que saliese fuera. Entonces el bibliotecario (son mis héroes, os lo prometo) llamó a la policía, la cual obligó a los agentes del Homeland Security a irse, ya que el Homeland Security es un cuerpo de seguridad del estado en EEUU que patrulla edificios públicos, pero no se encargan de las “leyes de decencia” que regulan la pornografía (la visión de la cual, por cierto, está legalmente permitida en bibliotecas públicas).
-¿Recordáis a los nazis que primero gritaban contra los judíos, luego les tiraban piedras a los escaparates de sus comercios, y terminaron llevándolos a campos de concentración que degeneraron en campos de exterminio?
-¿Recordáis a Pol Pot que primero asesinó a la oposición, luego a los intelectuales, luego a los activistas, luego a todo el que se quejase del terror, y al final a todo el que supiese leer?
Agentes federales antiterroristas que entran en bibliotecas controlando quién ve porno, y que quieren detener (o apalear o fichar) a quien se queja… esto pinta muy mal. Hay que pararlo. Llamadme paranóico, pero por favor unid vuestra fuerza para que por lo menos esto no ocurra en Europa. Y a mis amigos americanos: os deseo surte, fuerza y honor. Os va a hacer falta mientras Bush y sus secuaces sigan en el poder empleando la retórica bélica contra un terrorismo casi más fantasmagórico (aunque no por ello menos deleznable) que real, y aprovechándose de esa tesitura para erosionar las libertades civiles, una a una.