Desde la terraza se veí­a el campo de fútbol. Unos niños corrí­an detrás del balón (que es a lo que se reduce toda la “ciencia del fútbol”).

Uno, más pequeño que los demás, no tocó bola en todo el partido. Otro, que empalmó una bolea de casualidad, mostraba su sorpresa y su orgullo con un espontáneo gesto de alegrí­a.

Eso es fútbol, eso es deporte. Que nadie lo olvide, y que nadie se equivoque.

Los que creen que el fútbol es el patético espectáculo de corrupción, juego sucio (lo siento porque lo entiendo, pero no se pueden perder los nervios así­, ni ante un marrullero italiano insultón), obscenos intereses económicos, y deslumbre por cifras millonarias, se equivocan tanto que me dan pena.

-¿Qué tiene que ver el deporte con el espectáculo de masas? Uno es el aspecto lúdico de la evolución y el aprendizaje. Es el espí­ritu de superación, la salud, el compañerismo, la competitividad sana y tantas otras cualidades positivas. El otro es el opio del pueblo, la alienación, el desahogo de frustraciones de forma malsana, el negocio cruel y desenfrenado, y en demasiadas ocasiones catalizador de violencia.

Así­ que no nos equivoquemos: ni el Mundial es EL Deporte, ni Operación Triunfo es LA Cultura. Y confundirlos es lo que está causando tanta injusticia, abuso, restricción de libertades, frustración…

Hagámosle un favor a nuestros hijos (ya que no sabemos hacérnoslo a nostros mismos): que salgan a jugar, en vez de ver jugar en la tele. Que se pongan a cantar y componer, en vez de oir la radio y descargar el tono.