Apuntes desde Nueva Delhi I
Tras una visita a un potencial distribuidor esta mañana a primera hora (en taxi a gas con chófer de Punjab con turbante y bigotes rizados en los extremos), mi chica y yo nos hemos ido a visitar la tumba de Humayu y el Swaminarayan Akshardham, donde por cierto no permiten la entrada de móviles, cámaras, ni nada de nada.
Curioso, hacen como en Cuba: al extranjero le cobran mucho más. Es como “si tienes alto poder adquisitivo en tu país, paga acorde con ese nivel aquí”. Lo que no creo que consideren es que si pago con el nivel de mi país, espero servicios del nivel de mi país (higiene, señalización, etc) cosa que no se obtiene ni de lejos.
Por la tarde ella se ha ido con unos amigos de compras a Fabindia, mientras yo me las tenía que ver con más turbantes. Al acabar trabajar (y postear) desde la habitación, y a cenar a Dakshin, el fantástico restaurante de comida del sur de la India del hotel Sheraton (anoche, nada más aterrizar, fuimos a uno muy típico en Connaught Place, pero en el que picaba hasta el agua).
Nueva Delhi es mucho más monumental que Mumbai, y se ve menos pobreza (aunque estar está). Por otra parte tiene menos pujanza económica que Mumbai.
Algo que he aprendido es por qué los indios no saben decir “no”: por no molestarte. Son capaces de casi lo que sea con tal de no tener que decirte que no. Ejemplos:
- Vas de compras, pides un saree color turquesa, y si no tienen, directamente te sacan otro color, y otro, y otro, y otro. Cuando te empeñas, te llevan a otra tienda, y otra, hasta que lo encuentras o les dices que lo dejen.
- Le preguntas a un poli por una casa de cambio, y te dice que en el aeropuerto. Le dices que una más cercana y te dice que en el hotel. Todo menos decirte que no lo sabe.
- El distribuidor, cuando le enseñas un producto nuevo, si le preguntas si le interesa, te dice que sí y te pide presupuesto… aunque no le interese para nada.
- En el desayuno pides unos huevos benedict o algo que no conozcan, y te traen una tortilla. Les dices que no es eso, y te traen unos huevos fritos… etc.
Y todo ello con su característico movimiento lateral inclinado de la cabeza, que no significa ni sí ni no ni todo lo contrario.
Otra cosa que es común con todos ellos: la manía de decir “es caro”. Da igual el precio, y de lo que se trate. Todo es caro. Siempre. Se trata de negociar. Ellos mismos se ríen de eso, y tienen un chiste que dice que negociando con un indio, al final un extranjero se cansa y le dice “pues te lo dejo gratis” y te contesta “pues ahora negociemos la cantidad”.
Esto, señores, es la India. Uno puede adaptarse o no, pero no parece que ellos piensen cambiar mucho (aunque se vean signos de “occidentalización”).