Los recientes saqueos de Londres han llevado al Primer Ministro británico David Cameron a proponer al Parlamento la prohibición del uso de redes socialessi se piensa que puedan estar tramando actividad criminal”.

No hace falta ser un analista político internacional, un gurú de las nuevas tecnologías, y ni siquiera un tertuliano, para entender que:

  • Los lugares en los que se produjeron los saqueos están directamente correlacionados con las zonas de mayor pobreza (relación no es causalidad, pero sí un indicador) como bien muestra este mapa.
  • La prohibición de una herramienta, por “mala” que sea, nunca es la solución (de serlo no creo que quedase una herramienta que no fuese susceptible de ser usada criminalmente).
  • El imponer una medida de restricción de libertad por una mera sospecha es contrario a cualquier Estado de Derecho.

Pero, claro, eso es asumir que el Estado de Derecho es algo que los dirigentes de “democracias occidentales” quieren preservar y honrar es extremadamente naïve. Como creer que el Estado está al servicio de sus Ciudadanos.

El Estado es un ente con vida propia, un sistema, un organismo formado por una maraña de indivíduos, intereses, miedos, recelos, ambiciones, estructuras… En realidad, de lo que se trata es de Control. Un control que las distopías al estilo Orwelliano avanzaron de un modo tan certero que es sorprendente que no hayamos reaccionado antes. Un control que no sólo es ordenado por la presidencia empleando policías, sino que se produce a muchos niveles (como el reciente descubrimiento accidental -los gobiernos no saben censurar bien ni sus propios documentos “secretos”- de que una multinacional discográfica solicitó al gobierno británico ayuda para que los proveedores de acceso a internet espiaran a sus usuarios, cosa que ocurrió).

Cuando los objetivos y los medios no se consensuan, sino que se asumen (como las discográficas asumiendo erróneamente que los que comparten música lo hacen por dinero) y se imponen (en lo que va de año más de 200.000 personas han sido llevadas a juicio por descargas en EEUU), tenemos ese fascismo cleptocrático totalitario en el que vivimos la mayoría de ciudadanos del mundo.

Los vencedores escriben la historia, controlan los medios, y los libros de texto, y nos hacen creer que vivimos en el mejor mundo posible, que el consumo desenfrenado es felicidad, la multitud de opciones restringidas son libertad, la democracia representativa verdadera democracia, los gobiernos y no las empresas son los que rigen el mundo, los conflictos bélicos son inevitables, y nuestra forma de vida la mejor. No hay más ciego que el que no quiere ver.