At a WhiteBox NY exhibition closing party
Ayer fui a la fiesta de clausura de exposición de WhiteBox. La invitación decía:
El autor y curador Raul Zamudio en conversación con Mookie Tenembaum.
Por favor únase a nosotros en White Box para la recepción de clausura de DISILLUSIONISM, y para participar en una estimulante conversación entre Raul Zamudio y Mookie Tenembaum a las 8pm en punto. Mookie presentará su nuevo libro de artista, Paranoia. Se servirá vino Malbec y trufas.
Aunque agradezco la invitación y definitivamente fue un evento interesante, algunas cosas piden a gritos que las comente. Aquí van algunas curiosidades del evento:
- Conocí a Igor(?), el hombre ruso que “le salvó el culo a la galería” (según el Director, J. Puntes). El proveedor de hosting de la web de la galería (Dreamhost) fue hackeado y las contraseñas robadas. Como resultado, su web fue redirigida a lo que a ellos les gustaba decir que era una web porno (aunque en realidad era una falsa tienda de medicamentos online). Y ya que nadie recordaba la dirección del FTP o la contraseña, su web fue “secuestrada” durante dos días, hasta que Igor consiguió arreglar el entuerto.
- Encontré el trabajo del Sr. Tenembaum interesante, una llamada de despertar con escupitajo en la cara, bastante literal y obvio. Aun así, cuando se lo comenté, de un modo completamente argentino me dijo “todo es subjetivo, no hay forma de que puedas experimentar lo que es ser yo igual que no hay forma de que yo pueda experimentar lo que es ser tú”. Claro. No me extraña que su país sea la fábrica mundial de psicólocos.
- La estimulante conversación se supone que empezaba a las 8pm en punto. Lo que en el mundo del arte parece que significa las 8:45pm.
- Aun más divertido: la que montaron para conseguir que funcionase el audio del proyector, el cual tuvieron que acto seguido dejar en silencio porque de lo contrario no hubiésemos podido escuchar la estimulante conversación. También fue bastante absurdo verles pelearse con un foco, que intentaron enfocar directo a la cara de los contertulios, cegándolos completamente, por el bien superior de “que quede constancia de todo esto en vídeo”.
- Las trufas eran queso y nueces, por cierto. Extraño como gente que pasaba por la calle veía lo que ocurría dentro, entraba, cogía vino y queso, y se iba, sin ni siquiera interesarse por el arte que estaba expuesto. Triste. Realidad.
Pero, al final, resultó se una tarde divertida, no-pretenciosa, “real”. Qué pena que hiciesen tanto esfuerzo para “mantenerla real”. Demasiado, si me preguntan.