Después del primer concierto de mi hija, del 13 al 16 de abril tomamos unas vacaciones familiares y fuimos a la isla mediterránea de Ibiza.

Ibiza tiene un lugar muy especial en mi corazón. Cuando era niño, pasé muchos veranos disfrutando de “mi pequeña playa privada” en el paraíso, antes de que hubiera jet-setters, discotecas o grandes yates en la isla. Sólo había hippies y pescadores. Era el paraíso.

Así que decidí que ya era hora de llevar a mi esposa americana y mis dos hijos a la isla.

Fuimos, en dos horas y media en ferry desde Gandia, así que pudimos llevar mi coche y tanto equipaje como quisiéramos.

A nuestra llegada nos dirigimos directamente a Portinatx, en el extremo norte de la isla, donde habíamos alquilado un acogedor y tradicional apartamento de dos dormitorios frente a la playa.

Las vistas desde la terraza eran impresionantes, así que tras deshacer la maleta fuimos corriendo a la playa para disfrutar de la legendaria puesta de sol de Ibiza (aunque es incluso mejor experimentarla desde el lado oeste de la isla), con mi hija ysu gran sensibilidad para capturara las escenas con la cámara, mientras mi hijo se quedó en el apartamento “montando la red”. Luego, como casi todo estaba ya estaba cerrado, nos fuimos a un bar local a tomar una cena rápida y dormir temprano, ya que al día siguiente queríamos ir de playa en playa todo el día.