Este va a ser el último artí­culo, durante un tiempo, de la serie “Los peligros ocultos de la red”, ya que tanto pesimismo sostenido no puede ser bueno, y me gustarí­a hablaros el mes que viene de cosas maravillosas que tiene la tecnologí­a. Pero este mes todaví­a he de horrorizaros un poco más.

El voto electrónico parece la evolución natural de los sistemas de democracia representativo por sufragio en la era de internet. Pero, hasta ahora, sólo han servido para demostrar las prácticas mafiosas e ilegales de algunos gobiernos y empresas, y la ignorancia y falta de capacidad de otros. Dos ejemplos: EEUU y España.

En EEUU, donde es posible el voto electrónico desde hace años, ya en 2002, en las votaciones para controlar el Congreso, los republicanos (partido de Bush) obtuvieron victorias increí­bles (superando desventajas en las encuestas del 16% en Georgia, dando un vuelco imposible en el último segundo, como en Minnesota, o misteriosamente apareciendo votos que no estaban asignados al hermano de Bush, en Florida). En 2003 estas máquinas también intervinieron en la victoria de Schwarzenegger en California, y en 2004 en la improbable reelección de Bush. -¿Por qué dudar?

Muy sencillo, existen muchí­simos análisis estadí­sticos que demuestran imposibilidades en esas elecciones; existen declaraciones juradas de ex-empleados de las empresas que fabrican las máquinas de voto electrónico que aseguran que les pagaron para manipular los resultados; existen unos memorandums (los famosos Diebold memos) que demuestran que una de estas empresas conocí­a la posibilidad de alterar los resultados y no hizo nada por evitarlo (es más, llevo a juicio a quien hizo público dicho fallo)… pero mucho más fácil que todo ello es, como en el Watergate, “follow the money”.

Las cuatro empresas que fabrican las máquinas de voto electrónico que se emplean en EEUU son Diebold, ESS, Sequoia, y SAIC. Walden O’Dell, fundador de Diebold, y gran contribuyente al partido de Bush, dijo públicamente que harí­a lo que fuese para que los republicanos ganasen. La división de voto electrónico de Diebold la dirige Bob Urosevich, y su hermano Todd es directivo de ESS (supuestamente competencia). A ambos los reclutó Howard Ahmanson, miembro de varias organizaciones de extrema derecha, y gran accionista de ESS. El ex-director de ESS, y todaví­a importante accionista, es Chuck Hagel, quien hoy es senador republicano por Nebraska (en las elecciones donde salió elegido contra todo pronóstico se emplearon máquinas de ESS). Madison Dearborn es la empresa de inversiones de Sequoia, y a su vez parte del Grupo Carlyle (Grupo que invierte en empresas de armamento y pertenece principalmente a las familias Bush, Major, Marcos, y Bin Laden). Y por último SAIC es una empresa proveedora del Pentágono y la CIA, con un gran historial de fraudes y fallos de seguridad, dirigida por el Almirante Bill Owens (ex-asesor militar de Dick Cheney), Frank Carlucci (del Grupo Carlyle) y Robert Gates (ex-jefe de la CIA).

Las máquinas de voto electrónicas han recibido enormes cantidades de dinero público en EEUU a través de la ley “Help America Vote”, impulsada por Bush. El principal grupo lobby que apoyó la aprobación de la ley con contribuciones fue un consorcio de fabricantes de armas (entre los que se encuentran Northrup Grumman y Lockheed Martin). Podrí­a dar muchos más detalles, pero por cuestiones de espacio paso al siguiente ejemplo: España.

Durante las elecciones de marzo de 2004 en España se hizo una “prueba” de voto electrónico a distancia. La empresa a la que se designó para los aspectos tecnológicos es Indra Sistemas, S.A.

Pues bien, a parte del desastre de que menos del 1% de los posibles votantes participaran en dicha prueba (lo cual, visto lo ocurrido puede incluso que sea un alivio), lo importante en esa prueba es el espantoso ridí­culo que tanto el Ministerio del Interior como Indra hicieron.

El informe del Observatorio Voto Electrónico votobit.org (vinculado a la Universidad de León) demuestra que el sistema era vulnerable (pues ellos mismos accedieron a varios puntos del sistema sin menor problema), su diseño y arquitectura eran una chapuza (con cosas tan absurdas como que el sistema cogí­a las dos claves, tanto pública como privada, del cliente), no seguí­a ninguna de las recomendaciones de los diversos organismos internacionales con respecto a este tipo de tecnologí­a, su realización fue improvisada, y no se permitió el control o auditorí­a del proceso por parte de agentes externos independientes.

-¿Ignorancia? -¿vacua operación de imagen? Esperemos que sea eso, y que el ridí­culo lo hagan sólo Indra y el Gobierno al calificar la experiencia de “satisfactoria” “éxito” y “un avance”. De lo contrario los ciudadanos al no interesarnos por el tema, y obligar a los responsables a dimitir, a establecer controles y auditorí­as independientes, a seguir las recomendaciones internacionales en la materia… y sobretodo a emplear sistemas libres, podemos encontrarnos de repente con un robo de elecciones espectacular (y digital). Como en EEUU.