Maldito clero y otras vicisitudes del viaje
El viaje de ayer a Cáceres para impartir una conferencia enmarcada en los Cursos de Verano de la Universidad de Extremadura fue bastante curioso.
Para empezar el avión (evité la huelga volando con AirNostrum, pero aun así salimos con más de una hora de retraso) Valencia-Sevilla fue cambiado en el último momento, y no nos reasignaron los asientos, con lo que al subir nos indicaron que nos sentáramos donde quisiésemos.
Los pasajeros eran en su malloría mayoría “fieles” de regreso tras el espectáculo de masas papal. Un heterogéneo grupo compuesto por señoritos, sus señoras, y los querubines por un lado; y clero de todo rango y condición por otro.
Al entrar en el avión, y ser avisados de que podían sentarse donde quisiesen, el Cardenal (me enteré luego de quién era) dijo “-¿eso incluye a los que volamos en primera?”. Toma voto de pobreza. Al responder la azafata que sí, su ayudante dijo “-¿quiere que vaya corriendo para asegurarnos los sitios?” (o sea, pasando por encima de las familias con niños pequeños que estaban delante de ellos, y obligándolos así a sentarse separados). Toma espíritu de familia y ayuda al prójimo. Patético.
Al llegar la no-ola de calor (sólo nivel de emergencia naranja en Sevilla) se rió de mí durante horas, pues en el coche de alquiler con el que conduje hasta Cáceres dejó de funcionar el aire acondicionado aproximadamente a los 3 minutos de iniciar el viaje de más de 3 horas, el cual por cierto es en bueno medida a través de carreteras nacionales, con muchas curvas y camiones (justo lo que más me gusta cuando conduzco el coche más pequeño que se fabrica).
Pero aunque no comiese, no cenase, y no me diese tiempo más que a llegar, dar mi conferencia, y salir a escape de vuelta al aeropuerto para coger un vuelo con 3 horas de retraso (perdón, perdón, perdón de nuevo a los asistentes y sobretodo a mi amigo Javier), todo mereció la pena por los minutos de debate y las caras de sorpresa entre los alumnos al oir hablar de la Suidad, y por lo simpáticos y comprensivos que fueron los organizadores. Y por los nidos de cigí¼eñas en las torres, y la luna llena al llegar a casa que me esperaba para que pudiese ver la cara de mi hijo dormido con la luz apagada.
[Por cierto, los ingresos -exceptuando gastos- de la conferencia los donaré al HackLab de Valencia ValHaLa]