Tras una reunión de trabajo (y ver cómo afinaban un piano muy colorido en un espacio público) 

Aproveché la oportunidad para visitar la Universidad de Columbia (ya era hora).

El primer edificio al que entré se llamaba “La Biblioteca de la Universidad de Columbia”. Paro, vaya, ¡no es una biblioteca!

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Dejó de ser una biblioteca en los 30s, y ahora es la Oficina Central. Al otro lado del patio, en cuyo césped estudiantes y visitantes se relajaban y disfrutaban de un día soleado, encontré una de las muchas bibliotecas:

Tras dar una vuelta por algunos edificios más, cogí la línea roja y me fui a casa. Pero sé que volveré.