El viernes fui a la NY Comic Con, supongo que como todo el mundo, con la idea de divertirme, de experimentar de primera mano uno de los “principales eventos” a los que puede asistir un verdadero geek nerd. También quería charlar con Cory Doctorow, con quien por cierto al final no pude coincidir. Hacía años que no lo veía, y era la “excusa” perfecta para asistir.

Cuando llegué me sorprendió el tamaño. Sabía que el Jakowitz Center era grande, pues ya había estado allí varias veces. Pero no esperaba que una Comic Con tuviese ese tamaño ni tantos visitantes. Oleadas de gente seguían llegando horas después de que se abrieran las puertas.

Por supuesto lo que más rápidamente destaca son los disfraces que mucha gente lleva. Empecé a sacar fotos, sólo para darme cuenta de que era una pérdida de tiempo, ya que mucha gente estaba sacando exactamente las mismas fotos, y las compartirían online.

Pero el filósofo de metafísica fenomenológica / antropólogo cultural / psicólogo del desarrollo que llevo dentro (sí, ya, a veces llevo a demasiados en mi cabeza 😉 no podía simplemente “dejarse llevar y disfrutar”. Si hubiese estado compartiendo el evento socialmente con alguien con quien “simplemente disfrutar”, sé que lo hubiese hecho. Pero ella no está aquí. Así que dejé que mi cabeza se lo pasara bien.

Muchos fueron los aspectos e interdinámicas que analicé. Esta entrada se podría convertir en un largo ensayo o un libro si me metiese en detalle. Así que haré unas pequeñas anotaciones y dejaré el análisis más amplio en mi “lista de cosas por hacer”:

  • A diferencia de muchos cos players a los que he dedicado horas de observación en YoYoGi Park en Tokio, quienes básicamente se expresaban a sí mismos, como necesidad personal de experimentar la unión y autoidentificación con el personaje elegido, sus equivalentes norteamericanos parecen más interesados en la atención, el show, el “cred”, el aspecto social de ello.
  • Los que “capturamos las imágenes raras” como yo tuve el impulso de hacer al principio, reforzamos las permeables barreras de las esferas sociales con ello.
  • Las identidades prefabricadas son muy tentadoras, pues representan una forma cómoda de alcanzar una “persona” sin necesidad de trabajar en los aspectos, y lo que es más importante aceptar la responsabilidad y el dolor, necesarios para obtener la propia. Porque aunque de algún modo restringido por experiencias, circunstancias, y estructuras neurológicas, TENEMOS una elección. Y la sobre-identificación con personajes de ficción es el equivalente psicológico de la comida rápida: rápido, sin esfuerzo, que da la sensación de plenitud… pero nos aleja de opciones más saludables si no hay un equilibrio.
  • La naïveté con que muchos fans se acercan a la historias, personajes, y autores, contrasta dramáticamente con los despiadados intereses económicos que hay de fondo en la mayoría de casos.
  • La mayoría de personajes de comic se dibujan basándose en las mismas fuentes de la tradición cultural occidental que desde hace milenios: el drama clásico griego, lleno de linearidad, polarización, violencia, tensión, determinismo, fatalidad, simplificación… Por otro lado, hay muchas influencias occidentales burdas en los comics (manga/anime) japoneses, pero son principalmente arquetipos estéticos exagerados, más que una influencia narrativa estructural.

Por supuesto hay muchos más aspectos que analizar, y pasárselo muy bien. Así que supongo que sería buena idea volver el año que viene, pero espero que con buena compañía  😉